11 de octubre de 2009

Ojoota, Ojoota...!!!

OJOOOTA, OJOOOTA...!!!
(Publicado originalmente en www.decano.com el 18/08/05)

La historia de Nacional está llena de jugadores a quienes los rivales hubieran preferido no tener que enfrentar. Desde Artime a Nasazzi, desde Cococho hasta el Chengue, desde el Hugo hasta Scarone, desde Sosita hasta Leandro Andrade, desde Atilio hasta el Palillo, desde el Loco hasta Abdón, por nombrar sólo unos pocos de ellos. Cualquier hincha de cualquier club seguramente querría siempre a jugadores como éstos en su equipo, pero no en el de enfrente.

No se trata de comparar futbolistas que, por sus características y por los diferentes momentos históricos en que defendieron a Nacional, resultan incomparables. Pero todos ellos, y muchos más que es imposible enumerar en forma exhaustiva, comparten una cualidad: su inclaudicable defensa de los colores. El hincha de Nacional sabe agradecer como ningún otro a quienes con su esfuerzo y su sudor han sabido y saben defender la camiseta más gloriosa y por lo tanto más pesada del mundo. Más allá de triunfos o derrotas, hay jugadores elegidos, a los que esa cualidad les aseguró un lugar definitivo en el corazón del hincha, ese músculo rojo, blanco y azul al que no es fácil acceder, pero que una vez dentro del mismo, ya no se sale más.

Dicen por ahí que los imprescindibles no existen, que el cementerio está lleno de ellos. Pero en determinados momentos de la vida y de la historia, en todos los ámbitos, hay personas que resultan imprescindibles. Cada uno en su época, todos los futbolistas mencionados lo fueron. Basta pensar en los grandes vacíos que sus ausencias fueron dejando, en la incertidumbre que las mismas fueron provocando en los hinchas, para darse cuenta de esa cualidad.

En estos días se está yendo de Nacional, calladito, de la misma forma en que llegó al club en el año 99, uno de los jugadores más queridos por los hinchas. No eran muchos los que en ese año sabían quién era ese jugador. En ese momento se llamaba Oscar Javier Morales. Con el tiempo, el afecto de los hinchas lo bautizó simplemente 'OJ'. Pocos futbolistas han hecho tantos méritos y merecimientos como él para llegar a un logro tan importante en su carrera deportiva, como el pase al fútbol europeo. Ese logro pone en el hincha los sentimientos de siempre, cuando se trata de futbolistas como 'OJ': la alegría porque un jugador tan querido por todos alcance un objetivo trascendente en su carrera, mezclada con la preocupación de saber que su ausencia será muy difícil de disimular.

'OJ' obtuvo cuatro de los siete campeonatos uruguayos que disputó con Nacional y fue un ganador de clásicos en forma consuetudinaria, sobre todo los más importantes. Sin ser un jugador que hiciera muchos goles, hasta se dio el gusto de convertirle uno al rival de siempre, y uno trascendente, que contribuyó a un triunfo tricolor, como casi todos los goles que hizo en Nacional. Cuando se escriba la historia de estos años, de dominio absoluto de Nacional en el fútbol local, con cinco campeonatos uruguayos ganados en los últimos ocho años, la figura de 'OJ' tendrá un lugar muy relevante.

Desde hace años, la prensa especializada considera en forma unánime que los méritos de 'OJ' han sido más que suficientes para tener un lugar en la selección uruguaya. Sin embargo, los técnicos de turno tuvieron otros preferidos. Ahora que se va de Nacional, le hacen justicia. Más vale tarde que nunca.

Creemos no equivocarnos si, asumiendo una representación que nadie nos dio, en nombre de todos los hinchas de Nacional le damos a 'OJ' un enorme GRACIAS, por todo que hizo por Nacional y le deseamos los éxitos que se merece por su defensa de nuestros colores. Se está yendo, pero cada día que pase de aquí en adelante, será uno menos que falte para decirle de nuevo: 'OJ, bienvenido a tu casa...'

Rodrigo
(editor)

Publicado originalmente en www.decano.com el 18/08/05


18 de septiembre de 2009

Nacional: La hinchada más numerosa, fiel y seguidora

"Nacional: La hinchada más numerosa, fiel y seguidora"
Informe de " La Barra de Atilio "

Cada tanto, los medios de prensa hacen referencia a la popularidad de los equipos de fútbol y, explícita o implícitamente, dan a entender que en este aspecto la ventaja la tiene el club del año 13. Pero a poco que se pongan a investigar, verán que esa es otra de las mentiras de nuestro fútbol que, no por reiterada, se va a transformar en verdad. En una de las emisiones del programa “Deporte Total” de Canal 10, en octubre de 1999, el periodista Juan Carlos Scelza afirmó con su habitual elocuencia, y sin mencionar ninguna fuente o documento que respaldara sus dichos, que “en este país, le guste a quien le guste y le duela a quien le duela, el club más taquillero es Peñarol.” El último episodio al respecto del que tengamos noticia ocurrió el año pasado cuando, previo al partido contra Tacuarembó, un periodista local le preguntó al señor Pablo Bengoechea si su equipo llevaría mucha gente al Goyenola, a lo que aquél respondió que sí porque “Peñarol es el cuadro que lleva más gente en este país” (declaraciones emitidas en Telemundo 12 el 28/04/00).



A cuenta de lo que diremos más adelante, y tomando en consideración solamente los partidos disputados por los grandes en la ciudad de Tacuarembó el pasado año, Nacional vendió 4.757 entradas y Peñarol 3.215 (una diferencia del 48%). De manera que lo que el capitán aurinegro sostuvo alegremente para la generalidad de los casos, ni siquiera se le cumplió en este encuentro en particular. Pero Bengoechea no hace sino repetir algo que muchos dicen y que nadie se anima a analizar como corresponde, sea por interés o por simple y sencilla ignorancia. De todos modos, la afirmación resulta, si no aceptable, al menos comprensible viniendo del capitán de Peñarol, que además es hincha de dicho club, pero es inadmisible de parte de un periodista que, supuestamente, debería informarse antes de emitir opiniones tan categóricas y definitivas, en aras de una imparcialidad que no es nada común en el periodismo deportivo uruguayo.



La popularidad de los equipos de fútbol es una variable que se puede medir de muy diversas maneras: por la cantidad de socios, por la venta de entradas, o a través de encuestas de opinión pública, tan de moda en estos últimos tiempos, más allá de la mayor o menor confianza que las mismas nos puedan merecer. En cuanto al caudal social, Nacional ha sido históricamente superior a su tradicional rival, con un promedio aproximado de 15.000 socios pagantes contra 10.000 de Peñarol. Si bien no existen cifras oficiales al respecto, y de acuerdo a lo publicado por el diario “El País” el 31/10/93, en su página 19, en el programa “Idolos” que conducía el periodista Amadeo Otatti, “el Cr. Damiani expresó que su club mensualmente recauda U$S 60.000 (sesenta mil dólares de USA). El Sr. Ceferino Rodríguez ha informado que su club recibe mensualmente por cobro a sus socios de la cuota correspondiente U$S 90.000 (noventa mil dólares de USA), o sea un 50% más que su viejo rival.” A quienes puedan pensar que esta tendencia quizá se haya modificado en los últimos años, nos adelantamos a señalarles que los valores en dólares se mantienen en el tiempo y que, en las últimas elecciones celebradas en Nacional los habilitados para votar eran 11.400, contra 8.910 en Peñarol.



El tema de la venta de entradas resulta un poco más complejo, pero basta un poco de voluntad para echar luz sobre el mismo. Poniendo el asunto en perspectiva histórica, y más allá de resultados ocasionales, el reconocido periodista Franklin Morales afirmaba en su libro “Fútbol: mito y realidad” (Serie “Nuestra Tierra”, Nº 22, 1969) que “desde 1950 a 1966 Nacional ha vendido un promedio ligeramente superior de entradas que Peñarol: 135.460 sobre 135.082. La importancia de la comprobación surge, más que de las cifras en sí, prácticamente iguales, del hecho de que en esas diecisiete temporadas Peñarol ganó diez veces el Campeonato Uruguayo y Nacional sólo siete. Y a partir de 1960, los aurinegros llegaron a consagraciones resonantes que convulsionaron al país, ganaron dólares y prestigio. Pero no más espectadores.” (pág. 22) Y más adelante destaca Morales: “La situación inversa no se ha producido hasta ahora. Los torneos de 1950, 55, 56, 57, 63 y 66 ganados por Nacional, también le presentan adelante en la venta de entradas.” (pág. 23)



A partir de estos datos, buscamos en los registros de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) la información sobre venta de entradas desde el año 1967, pero los funcionarios que gentilmente nos brindaron los números comprendidos entre 1992 y 2000, nos señalaron que sus archivos no contenían los datos del período 1967-81. No obstante, entre 1982 y 2000 la información es completa y netamente favorable al Club Nacional de Football.



Citando un informe del diario “El Observador”, el 31/10/93 “El País” señalaba que, de las once temporadas que van desde 1982 a 1992, en seis recaudó más Nacional (1983, 85, 86, 87, 91 y 92) y en cinco Peñarol. Cabe recordar que en este período Nacional ganó el Campeonato Uruguayo sólo en los años 83 y 92, pero a pesar de eso los hinchas mantuvimos la fidelidad a nuestros colores y seguimos siendo la mayoría, más allá de triunfos o derrotas. Los años 93, 94 y 2000 fueron los únicos favorables al tradicional rival en toda la década de los 90, que deportivamente fue la peor para Nacional. Con respecto al año 2000, cabe una aclaración: la diferencia a favor de Peñarol se basa en que en el Torneo Apertura a Nacional le “sobraron” los partidos contra Defensor y River, ya que se había consagrado campeón en la antepenúltima fecha, precisamente frente a Peñarol. Igualmente, en el Torneo Clausura los partidos con dichos clubes también estuvieron de más (sobre todo el de River) ya que Nacional llegó a la última fecha sin chance alguna.



Pero en 1995 los hinchas tricolores iniciamos una gesta única en la historia del fútbol uruguayo y quizá del mundo, que culminaría en 1999 con la obtención del único quinquenio que una hinchada de fútbol tenga en su haber. En efecto, Nacional fue el club más taquillero del Uruguay durante los años 1995, 96, 97, 98 y 99, a pesar de “quinquenios” de dudosa legitimidad. Contando todos los partidos correspondientes al fixture (sin tomar en cuenta las finales, tanto por el Uruguayo como por los torneos Apertura y Clausura), los números oficiales de la AUF arrojan en ese período un total de 1.264.218 entradas vendidas por Nacional, contra 1.151.779 por Peñarol, con una diferencia de 112.439 entradas a nuestro favor, algo así como dos estadios llenos.



Esto es lo que los números demuestran, pero no sería descabellado pensar que en realidad la diferencia a favor de Nacional en materia de convocatoria es un poco mayor: teniendo en cuenta que tradicionalmente los socios de ambos clubes grandes han ingresado gratuitamente a los partidos de local, y siendo los socios tricolores más que los aurinegros, cabe sospechar (aunque no es posible comprobarlo estadísticamente) que también serán mayoría a la hora de concurrir a los partidos. De manera que la tendencia histórica se mantiene desde 1950 hasta nuestros días: dejando de lado el período 1967-81, sobre el cual la AUF carece de información oficial, tenemos que Nacional mantuvo un promedio de entradas superior entre 1950 y 66; que fue el club más recaudador entre 1982 y 1992; y que, a excepción de los años 93, 94 y 2000, fue el más taquillero de la década del 90, con cinco años consecutivos a la cabeza (1995-99). Aunque estos ejemplos de adhesión a la causa nunca han sido ajenos para los tricolores: baste recordar el denominado Segundo Exodo del Pueblo Oriental, cuando 25.000 hinchas de Nacional coparon el Estadio Beira Río en la primera final por la Copa Libertadores del año 80, hecho hasta el día de hoy inigualado en la historia del fútbol sudamericano; o que la última vez que un equipo uruguayo agotó las localidades en el Estadio Centenario, fue el 24 de octubre de 1988, dos días antes de la última consagración continental de Nacional. Y este respaldo popular se hace sentir en todo el país, porque Nacional no es un equipo sólo de Montevideo, lo que se demuestra con la existencia de 52 “Nacionales” en el interior de nuestro país, frente a 27 del tradicional rival.



Sin dejar de reconocer que todos los indicadores objetivos en materia de popularidad favorecen a Nacional (caudal social, taquilla, filiales), agregamos un dato que en su momento para muchos pasó inadvertido. En 1997, la reconocida Consultora Datos llevó a cabo una encuesta de partidarismo deportivo, en todo el Uruguay y entre personas mayores de 18 años, publicada en exclusiva por el diario “El País”, cuyo cuadro final arrojó los siguientes resultados: el 45% de los consultados manifestó ser hincha o simpatizante de Nacional; el 42% de Peñarol, y el 13% de otros equipos. Si consideramos que la población uruguaya es de unos 3.500.000 habitantes aproximadamente, ese 3% de diferencia equivale a 105.000 personas, muy cerca de las 112.000 entradas de diferencia vendidas entre 1995 y 99, con lo cual los resultados obtenidos por la Consultora Datos parecen confirmarse en la realidad de los números de la AUF. Pero como la suspicacia y la desconfianza son características de los uruguayos, y más en materia de encuestas, sean del tipo que fueren, nos apresuramos a recordar que el director responsable de la Consultora Datos es el Sr. Víctor Björgan, reconocido por su labor como director de Canal 5 hace unos años y confeso hincha de Peñarol.



Por su parte, el diario “La República”, en su edición del 22/10/97, informaba que un grupo de inversores privados estaba interesado en emitir una tarjeta de crédito denominada Clasicard (proyecto que finalmente no prosperó), para hacer llegar a los socios de Nacional y Peñarol, con sus respectivos colores. A tal efecto encargaron un estudio de mercado en todo el Uruguay, sobre cuyos resultados el citado matutino decía: “... en Montevideo Peñarol tiene una leve mayoría de adeptos, situación que se revierte en el interior, donde Nacional recogió más adhesiones. (...) A nivel de todo el país, hay más hinchas de Nacional que de Peñarol.”



Adicionalmente, el reconocido portal de Internet “El Sitio” realizó el año pasado, previo a las finales por el Campeonato Uruguayo, una encuesta entre sus usuarios registrados, y bajo el título “Ya están los ganadores”, así anunciaba los resultados: “Por fin se sabe quién es la mitad más uno. Bueno, parece que los bolsos son mayoría. ¿Qué pasó con los manyas que por un 1% perdieron esta encuesta?”

Dentro de la relatividad de los resultados de una encuesta efectuada entre usuarios de Internet, que constituyen una minoría dentro de la población, este dato se suma a los anteriores, más abarcativos y generales, y por acumulación (no pueden estar todos equivocados) contribuye a demostrar lo que muchos sabemos pero pocos destacan como corresponde: que LA HINCHADA DE NACIONAL ES LA MÁS NUMEROSA, FIEL Y SEGUIDORA DEL FÚTBOL URUGUAYO.



Alejandro Luzardo (socio Nº 4.740) – Rodrigo Martínez (socio Nº 13.824)

Barra Atilio García – La historia que se lleva en la sangre




14 de septiembre de 2009

PASTERAS, LAICIDAD... ¿Y DESPUÉS?
(Publicado originamente en www.decano.com el 18/09/07)


Desde hace varios años, la polémica por la instalación de una o más plantas procesadoras de pasta de celulosa sobre la margen oriental del Río Uruguay, es el tema más importante de la agenda rioplatense. A diario asistimos a todo tipo de argumentaciones, denuncias y opiniones, provenientes de ambos lados del río ancho como mar. Consideraciones ambientalistas, económicas, políticas y sanitarias son moneda común en esa polémica.

En los últimos días, una nueva vertiente argumental se ha incorporado a la discusión. De acuerdo a lo publicado días atrás por el matutino 'La Diaria', 'la Fundación Botnia (...) está dictando charlas y distribuyendo en escuelas de Paysandú y Río Negro una publicación que pondera la actividad forestal (...). Lo más llamativo es que las autoridades de Primaria no están al tanto de la difusión que lleva adelante la pastera ni la autorizó.' El rotativo agrega que 'el material despertó disconformidades entre algunos padres de la escuela Nº 2 de Paysandú, que no están de acuerdo con su contenido.' Citando declaraciones de la directora del Consejo de Educación Primaria (CEP), Edith Moraes, 'La Diaria' informa que Primaria 'está alerta a que no se haga proselitismo en las escuelas ni se atente contra la laicidad', que 'la desconfianza del CEP viene por el lado de la intención' y que 'lo que viene disfrazado es con lo que hay que tener cuidado'.

El tema parece no tener relación alguna con el deporte y, menos aún, con el fútbol. Sin embargo, la tiene.

Como sucede cada año por estas fechas, durante los próximos días asistiremos a la propaganda mediática sobre el autoproclamado aniversario del club hoy privatizado. Será su primer festejo después de su privatización por parte del poder económico que maneja el fútbol uruguayo. La habitual visita a una escuela ubicada en el barrio homónimo a ese club, seguramente será la actividad que captará la mayor atención de los medios de comunicación. Es lo que viene sucediendo en los últimos años. Como en cada ocasión anterior, seremos testigos de coberturas de prensa que dotarán al evento de una aparente trascendencia. Los informativos de televisión enviarán sus cámaras a la escuela y la prensa escrita abundará en registros gráficos. Como si de una fecha patria se tratara, veremos a los niños, formados en el patio de la escuela, para asistir a los consabidos discursos de las autoridades del club hoy privatizado.

Más allá de que el festejo no condice con la realidad histórica, cabe preguntarse si Primaria tendrá en este caso el mismo celo que el que parece tener con relación a la multinacional procesadora de madera. Las palabras de la directora del Consejo de Educación Primaria (CEP), Edith Moraes, consignadas por 'La Diaria', bien podrían aplicarse al festejo que veremos en los próximos días: 'que no se haga proselitismo en las escuelas ni se atente contra la laicidad', que 'la desconfianza del CEP viene por el lado de la intención' y que 'lo que viene disfrazado es con lo que hay que tener cuidado'. Llevando la situación al extremo, cabe preguntarse también qué actitud tomaría el CEP si a cada club del fútbol uruguayo se le ocurriera usar bienes e instalaciones públicas para eventos particulares. En el mismo sentido, es dable preguntarse qué pensarán los padres de los niños simpatizantes de clubes que no son el hoy privatizado, cuando año tras año ven cómo sus hijos son utilizados para dar color a un festejo ajeno.

La defensa de principios absolutos no puede ser parcial. Un principio rector de la enseñanza pública en el Uruguay, como es la laicidad, no se puede defender en algunos casos y en otros no. Bienvenido sea el celo de las autoridades de Primaria en la defensa de ese principio. La laicidad de la enseñanza pública nacional, además de una de las tradiciones más fuertes de nuestro país y una de las fuentes del respeto internacional por el sistema educativo uruguayo, es un precepto constitucional y legal. Cumplirlo y hacerlo cumplir en toda circunstancia, tiempo y lugar, es competencia de las autoridades.

Rodrigo
editor
(Publicado originamente en www.decano.com el 18/09/07)


12 de septiembre de 2009

Gracias, Palillo...

GRACIAS, PALILLO...
(Publicado originalmente en www.decano.com circa 08/06/07)


El fútbol es casi una religión en el Uruguay. Se dice que los niños llegan al mundo con una pelota debajo del brazo. Con el tiempo, esos niños van creciendo y empiezan a soñar. Según sus gustos, intereses y fantasías, unos sueñan con ser abogados, otros maestros, algunos bomberos, aquellos veterinarios... Pero la enorme mayoría de ellos tiene un sueño en común: ser jugadores de fútbol. Y dentro de ellos, la mayoría sueña con jugar en Nacional. Así es que se calzan sus camisetas y ya se ven entrando a la “cancha” llena, aunque esa “cancha” sea un cantero de Avenida Italia, una esquina del Marconi o un campito perdido en algún pueblo del interior. El sueño es el mismo.

El tiempo les va demostrando a esos niños que fuimos todos, que el fútbol profesional es para unos pocos. Dentro de esos pocos, sólo algunos privilegiados son los que logran llegar a un equipo grande. Y en ese selecto grupo de privilegiados, hay otro núcleo, muy reducido, integrado por los más privilegiados entre los privilegiados: son los que logran meterse en el corazón del hincha. Para eso no se requiere una técnica depurada. Si de eso se tratara muchos olvidados estarían en el corazón del hincha. Lo que se requiere es algo mucho más importante que la técnica: adhesión a la causa, defender la camiseta tanto dentro como fuera de la cancha, estar dispuesto al sacrificio personal para ello y saber que lo más importante no es un jugador, sino la camiseta que defiende. Los jugadores que llegan a eso son muy poquitos. Algunos los llaman ídolos, otros caudillos. El nombre es lo de menos.

El año 1998 se presentaba para Nacional como el más importante de su historia en el aspecto deportivo. Consciente de esa situación, el club apeló a los hombres que desde sus respectivos lugares representaban lo mejor del ser tricolor. Fue así que Don Dante Iocco volvió a ocupar la Presidencia del club y Hugo De León asumió la dirección técnica. Cubiertos ambos puestos, clave en la estructura de la institución, faltaba lo más difícil: encontrar los futbolistas dispuestos a asumir el compromiso deportivo más demandante en la historia del club. Entre los que se animaron, había un flaco, alto y desgarbado, que venía del modesto Banfield argentino y al que algunos recordaban de su pasaje por Danubio. No era precisamente el jugador en el que los hinchas cifraban sus mayores expectativas, quizá porque su trayectoria anterior no lo ameritaba o porque llegó al club callado la boca, sin aspavientos ni alharacas.

Por la gloria que lleva encima, la camiseta de Nacional es la más pesada del mundo, pero ese año 98 pesaba mucho más aún. Basta recordar los primeros partidos de la temporada, tanto amistosos como oficiales, para darse cuenta de ello. La mano venía muy fea para Nacional y el comienzo del 98 parecía ir por el mismo camino. Tanto era así, que hasta la propia continuidad del cuerpo técnico estuvo pendiente de un hilo, pero ese hilo era parte de la camiseta de Nacional y aguantó, tanto que la pisada se dio vuelta con el recordado 4 a 3 sobre River Plate, remontando un 0 a 3 adverso.

En ese momento, seguramente muy pocos podían imaginar lo que aquel flaco que había llegado de Banfield, con el correr del tiempo, iba a representar para Nacional. Pero empezamos a intuirlo en los partidos más difíciles. Ese flaco casi desconocido jugaba los clásicos como si nada, como si los espíritus que impregnan la camiseta de Nacional estuvieran todos con él. Y con los años, nos fuimos dando cuenta de que lo estaban. Empezó a mandar en los partidos más difíciles y en el lugar de la cancha desde donde se dice que se empiezan a ganar o perder esos partidos. La camiseta más pesada del mundo parecía no pesarle. Menos aún le pesaba la que en esos partidos tenía en frente y todavía menos los rivales que venían con chapa de “consagrados”. Los partidos más importantes en el año más importante desde el punto de vista deportivo para Nacional, lo tuvieron entre sus protagonistas. Las copas del Apertura, el Clausura y al final la Copa Uruguaya, premiaron el esfuerzo de ese plantel y de ese flaco que al final del 98 empezó a meterse en el corazón del hincha.

En 1999, una enfermedad lo dejó fuera de las canchas durante meses y su presencia se extraño en las finales. Tanto se extrañó que Nacional no pudo ganar ese año. Pero el flaco aquel volvería por sus fueros al año siguiente y a los que vinieron después de ese. Fue el horcón del medio durante los años 2000, 2001 y 2002, y se acalambró los brazos levantando copas en Nacional. Bastaba verlo en cada festejo para darse cuenta de que era uno más de nosotros, pero dentro de la cancha. Los triunfos que ayudó a conseguir, su adhesión a la camiseta, su respeto hacia el hincha, lo fueron haciendo merecedor de un rol al que muy pocos acceden: el de caudillo. Se ganó el brazalete de capitán con sangre, sudor y lágrimas. Hasta preso estuvo por defender a trompada limpia la camiseta que amaba y dejó de lado tentadoras ofertas del fútbol extranjero por volver a vestir esa camiseta, la misma que todos soñamos ponernos alguna vez y que es la única que puede despertar una adhesión tal.

Volvió a Nacional y volvió a mandar en clásicos y en campeonatos. Como sucedía desde el 98, con él en la cancha Nacional ganó casi todos los campeonatos que disputó y forjó una racha de 10 partidos consecutivos invicto ante el tradicional rival, que hacía décadas no se producía en el Uruguay. Su corazón enorme lo hizo superar una complicada lesión de tendón de Aquiles, cuando muchos daban su carrera por terminada. Marcó la historia del club al ser el capitán del equipo que se consagró Campeón Uruguayo, el mismo año que el tradicional rival ocupó el último lugar en la tabla. El afecto y la admiración que el hincha de Nacional le profesa desde hace años se agiganta en el odio y el rencor que le guardan sus rivales, derrotados casi siempre.

Como si todo lo anterior hubiera sido poco, su constante adhesión a la causa lo hizo soportar situaciones que otros en su lugar quizá no hubieran aceptado. En muchos partidos fue al banco de suplentes, como si fuera uno más, porque la camiseta que llevaba puesta así lo imponía. Mientras “capitanes” de otros barcos decidían abandonar en medio de la tormenta, aquel flaco que había llegado en el 98 seguía ahí, firme como siempre. Y en el clásico más importante de la temporada volvió a calzarse la camiseta que no le pesó nunca. Volvió a lucir el brazalete que mereció por lo que hizo en Nacional y no en otros clubes. Con los espíritus otra vez a su lado volvió a mandar en el mediocampo y, como casi siempre, volvió a festejar un nuevo triunfo clásico, con eliminación del tradicional rival incluida. Festejó como el hincha que es y se fue como había llegado, sin aspavientos ni alharacas, como se van los grandes de verdad, los que se agigantan en la adversidad, los que no ganan el afecto de su hinchada con camisetas ajenas y los que no abandonan en las difíciles. Pero además de todo eso, que es mucho, se fue tan ganador como había llegado, con la frente en alto y mirando a sus rivales desde arriba.

La ida de aquel flaco que llegó en el 98 deja en Nacional un vacío tan grande como su propio corazón tricolor. No va a ser nada fácil llenarlo pero su ejemplo está sembrado. Varios jóvenes asoman en Nacional para seguir ese ejemplo. No será fácil para nadie ocupar el sitio que Marco Vanzini se ganó en el lugar al que todo futbolista desde niño quiere llegar: el corazón de cada hincha de Nacional que anda por el mundo. Ese lugar es para muy pocos y uno de ellos es Marco Vanzini, por siempre...

Rodrigo
Editor
(Publicado originalmente en www.decano.com circa 08/06/07)

16 de febrero de 2009

La Hora de la Verdad

LA HORA DE LA VERDAD
(Nota publicada originalmente
en decano.com el 21/09/06)


A principios de la década del 90, cuando el tradicional rival se aprestaba a la celebración de sus autoproclamados 100 años de vida, el Club Nacional de Football decidió no dar lugar a la mentira. Fue así que creó la llamada Comisión del Decanato, integrada por los más reconocidos historiadores y juristas del país. El fruto del trabajo de esa comisión fue un documento titulado “El Decanato”, publicado en 1991 y cuya redacción correspondió al Dr. Enrique Tarigo. El documento puso fin a una polémica que en realidad nunca comenzó, por ausencia de la posición oficial de una de las partes.

No obstante, ello no fue suficiente para que la prensa deportiva local también dijera no a la mentira. Año tras año, por esta época, escuchamos, vemos y leemos cómo los periodistas se suman a un festejo cuya falsedad ha quedado demostrada con pruebas históricas y jurídicas. Quizá no sea ajeno a esa situación el hecho que, según lo publicado por el periodista Alfredo Etchandy en su libro 'El clásico - La fiesta mayor', el 62% de los periodistas deportivos sean partidarios del tradicional rival. Allí debe estar buena parte de la explicación de las características del discurso dominante en la prensa deportiva uruguaya.

Por más que algunos pretendan ignorarlo, el tema es clave para la historia del fútbol uruguayo, no sólo porque el hecho de ser el primero en cualquier actividad tiene una importancia intrínseca, sino además porque de la postura que se asuma en ese tema, depende la cantidad de títulos oficiales que se asignan al tradicional rival. Al parecer, el discurso dominante ha comenzado a presentar grietas que, si bien por ahora no hacen otra cosa que confirmar la regla, son importantes por varios motivos. La primera excepción la constituyó el mencionado libro del Dr. Alfredo Etchandy, en cuya página 78 se afirma que 'Como las conclusiones de cada uno pueden diferir, en estas páginas van a encontrar dos tipos de estadísticas, en un caso tomando al CURCC y Peñarol como un solo club y en otra iniciando los números desde el 13 de diciembre de 1913 para que cada lector tome la que más le guste'.
La importancia de la afirmación radica no sólo en que reconoce por escrito la existencia de dos posiciones sobre el tema del decanato, y por lo tanto elabora dos tipos de estadísticas, sino además porque proviene de un periodista que ha manifestado públicamente su partidarismo por el tradicional rival. Tampoco este aporte ha sido suficiente para modificar la estructura del discurso dominante en la prensa deportiva aunque, desde su publicación, muchos periodistas podrán decir lo que quieran y de hecho lo hacen, pero al menos ya no pueden alegar ignorancia. Más allá de que una golondrina no hace verano, también es cierto que cada verano empieza con una golondrina, que es la primera, y atrás de esa vienen muchas más.

La segunda golondrina parece haber llegado hace pocos días, cuando el Diario Clarín de Argentina, el de mayor tiraje mundial en habla hispana, publicó una nota que enfatiza en otro tema que el periodismo deportivo local ha ignorado en forma sistemática y contumaz, esto es, que la historia del fútbol mundial no empezó con el profesionalismo y menos aún en la década del 60. Dicha nota se refiere a las copas internacionales oficiales de los principales equipos del mundo y recoge las copas que el periodista Oscar Barnade califica de 'olvidadas', la mayoría de ellas disputadas en la primera mitad del siglo pasado. Fueron tan oficiales como las actuales pero, vaya uno a saber por qué motivos, la prensa decidió que no correspondía contabilizarlas entre los títulos obtenidos por Nacional. Más allá del error de asignarle a Nacional 20 copas internacionales, cuando en realidad cuenta con 21 (ya que, además de las 12 ‘olvidadas’, las llamadas 'modernas' no son 8 sino 9: 3 Libertadores, 3 Intercontinentales, 2 Interamericanas y 1 Recopa), la importancia del artículo radica en que proviene de un medio y de un periodista extranjeros, es decir, ajenos a las mezquindades de entrecasa y capaces, por ello, de reconocer que Nacional es el club con más títulos oficiales internacionales en el mundo. Como señala Barnade, “un dato para tener en cuenta y que no es menor: el 23 de setiembre del año pasado, la Conmebol rescató dos copas olvidadas: la Supercopa de Campeones Intercontinentales 68 (San Pablo) y la Recopa Sudamericana 70 (Mariscal Santa Cruz).” De acuerdo a lo publicado por diversos medios de prensa en el Uruguay, ese reconocimiento se extendió también a la Supercopa del año 69, ganada por el tradicional rival.

Hay que reconocer que históricamente el tradicional rival ha sabido moverse muy bien en los diversos ámbitos de poder dentro del fútbol. Gracias a esa capacidad, se le reconocen campeonatos que nunca ganó y hasta algunos en los que ni siquiera participó, por estar fuera de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Por motivos que no viene al caso analizar, Nacional ha dejado espacios vacíos a nivel local e internacional, facilitando así el trabajo de otros. Los 16 años que lleva publicado el documento sobre el decanato se han caracterizado por el silencio oficial de la contraparte, lo que se ha constituido en el mayor reconocimiento de la verdad que asiste a la postura tricolor. No ha sido así en lo que a los títulos oficiales refiere. A contrapelo de la realidad, vastos sectores de la opinión pública, llevados por el discurso dominante, desprevenidamente creen que el equipo más laureado del Uruguay no es Nacional, a pesar de que la historia empecinada demuestra lo contrario.

Cabe preguntarse qué ha hecho Nacional en las últimas décadas para poner las cosas en su sitio. Como sucedió en 1991 con el documento sobre el decanato, la nota publicada por el Diario Clarín puede constituirse en una herramienta trascendente para modificar el actual estado de cosas en lo que a títulos oficiales refiere. Así como el tradicional rival obtuvo el año pasado a nivel de la CSF la oficialización de una copa internacional ganada en 1969 y que en ese momento no tenía ese carácter, Nacional tiene delante de sí una tarea mucho más fácil y que pondría fin a esta discusión. Como señala el Diario Clarín ‘Los equipos de Argentina y Uruguay disputaron, al menos, cuatro tipos de copas internacionales bajo la organización conjunta de ambas asociaciones.’ (El subrayado no figura en el original).

En momentos en que otros equipos pretenden vestirse con ropa ajena, Nacional debería gestionar ante la AUF y la AFA, no ya la oficialización de torneo alguno, sino meramente una lista con las copas oficiales que el artículo califica de ‘olvidadas’, en qué años se disputaron y qué equipos las ganaron, información que, si bien es pública, parece estar fuera del conocimiento de muchos. Paralelamente, y dado que la situación a nivel local no es muy diferente, correspondería que el club hiciera valer su inigualable historia en lo que a títulos oficiales locales refiere, gestionando ante la AUF un documento donde consten todos y cada uno de los títulos oficiales locales obtenidos por todos los clubes uruguayos desde el año 1900, esto es, aquellos logrados en torneos organizados por la Asociación Uruguaya de Fútbol.

Ya en 1924 la AUF había documentado en forma oficial a qué equipo le correspondía legítimamente el título de ‘decano del fútbol uruguayo’, en nota que el club decidió oportunamente colocar en un monolito a la entrada de la sede. No obstante, fue necesario reforzar ese documento en el año 1991.

De la misma manera, en la primera mitad del siglo XX no existían dudas sobre cuál era el equipo uruguayo con más títulos oficiales locales e internacionales. Nacional lo era en esa época, lo fue durante todo el resto del siglo XX y lo sigue siendo. Para que muchos olvidadizos puedan recordarlo, parece haber llegado el momento que el máximo órgano del fútbol local se expida también a ese respecto, pero ello no sucederá si no es a impulso de Nacional. No se trata de reconocimiento alguno, como sucedió con la Supercopa del año 69, ya que nadie ignora que las llamadas copas ‘olvidadas’ eran oficiales. Se trata, simplemente, de una especie de recordatorio que diga, con el valor de provenir del organismo rector del fútbol local, quién es quién. Complementado con el documento relativo a los torneos rioplatenses, ya que los obtenidos a nivel de la CSF y la FIFA están fuera de todo cuestionamiento, el de la AUF pondría en su justo lugar un tema mayor, como es el de los títulos oficiales, que, junto a la antigüedad y la popularidad, es el que fundamenta la grandeza de los clubes de fútbol.

Nacional: es la hora de la verdad, más adelante será tarde...

Rodrigo
editor

(Nota publicada originalmente en decano.com el 21/09/06)



12 de enero de 2009

El Hincha que juega

EL HINCHA QUE JUEGA
www.decano.com - 01/09/04


Generalmente, la proximidad de hechos trascendentes en términos históricos dificulta la cabal valoración de los mismos. Muchas veces, acontecimientos que en su momento no son adecuadamente visualizados por quienes los están viviendo, cobran su exacta dimensión con el paso de los años. El deporte, y el fútbol en particular, no es ajeno a ello.

Es posible que la mayoría de los contemporáneos de los hermanos Céspedes, Abdón Porte, Carlos Scarone o Atilio García, por nombrar sólo unos pocos de los que han forjado la gran historia de Nacional, no hayan sido totalmente conscientes de los hechos que tenían la fortuna de vivir. La hazaña de 1903, el romanticismo del Indio, la calidad de Carlos, los goles de “Bigote”, se agrandan con el paso de los años, no por aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor”, sino porque pasan las décadas y esos acontecimientos no encuentran parangón. La historia, solita, va poniendo las cosas en su sitio.

Allá por el 95 o 96, Nacional jugaba un importante partido contra Defensor en el Parque Central. Promediando el segundo tiempo, Nacional perdía 2 a 1 y arreciaba por el empate. En un contragolpe, el 9 de Defensor convierte el tercero y partido liquidado. Para sorpresa de casi todos, no gritó el gol. La mayoría de los presentes no sabía ni quién era. Algunos lo ubicaban neblinosamente.

A pesar de que un gol suyo había significado la derrota para Nacional, todos empezamos a encariñarnos con ese flaco número 9, que había convertido el que hasta ese momento era el gol más importante de su incipiente carrera y no lo había gritado. Después del partido, todos los vestuaristas se fueron encima de él para preguntarle por qué no había gritado el gol. “Por respeto a mi familia, que son todos de Nacional”, respondió tranquilamente. Cabe preguntarse hoy, años después, cuántos de nosotros, futbolistas frustrados, hubiéramos sido capaces de ese gesto; cuántos de nosotros hubiéramos podido reprimir la euforia de un momento así; cuántos de nosotros, en lugar de volver trotando al medio de la cancha, no hubiéramos corrido a colgarnos del tejido... Pero ese flaco de 20 años lo hizo. Su amor a Nacional pudo más.

Lo que vino después es conocido por todos: su paso por clubes de Argentina, Brasil, México y España; sus actuaciones en la selección y sus dos pasajes por Nacional. Sus goles, su alegría, su clase en las difíciles, están en la memoria de todos. En estos días en que la prensa especializada ha informado hasta el hartazgo sobre el deseo de dos futbolistas de abandonar lo antes posible el club que los vio nacer, la adhesión de Sebastián Abreu a Nacional cobra una nueva dimensión. Como en ocasiones anteriores, esta vez desechó una oferta del fútbol portugués para vestir nuevamente la camiseta que ama, la misma que se calzó por primera vez a los 14 años para defender a Nacional de Minas, la misma que lo llevó a adquirir un palco en el nuevo Parque Central, la misma que tantas veces puso por encima del dinero.

Está en todos nosotros, contemporáneos de Abreu, el saber aquilatar su grandeza. Como tantos en la historia del club, es un hincha que juega. Como tantos, ha hecho mucho por Nacional. Como hinchas, le debemos mucho, como a tantos. Agradecer a Sebastián Abreu por este nuevo gesto de su parte resulta casi ocioso, pero no está de más, aunque es nada comparado con lo que él ha hecho y seguirá haciendo por nosotros, los hinchas. Simplemente, tratemos de ser merecedores de tanto afecto. Su vuelta al país deberá estar rodeada del calor de todos los bolsos que puedan acercarse al aeropuerto o a la sede. Dentro de unos años, muchos de los que vayan podrán decirles a sus hijos, con legítimo orgullo, quizá mirando el cuadro que por entonces destaque en alguna de las paredes de la sede: “¿Sabés? Cuando este señor volvió a Nacional definitivamente, tu padre estuvo ahí...”


Rodrigo (editor)
01/09/04


Titulos Oficiales en la década del 90 o en los años 90

TÍTULOS OFICIALES EN LA DÉCADA DEL 90,
EN LOS AÑOS 90, O COMO LES GUSTE



Los días previos a la final del Torneo Clausura, disputada el pasado jueves 17 de mayo entre el tradicional rival (Danubio) y el ex tradicional rival (el club fundado en 1913), fueron publicadas, tanto en la prensa escrita en papel, como en los sitios Web especializados, varias notas sobre los títulos oficiales obtenidos por los clubes uruguayos en el siglo XXI. La más notoria, por su particular forma de contar los lauros, fue la escrita por el Sr. Julio César Gard en www.tenfieldigital.com.uy. La misma originó (además de un artículo en www.decano.com con el cómputo correcto de dichos títulos), toda clase de comentarios (algunos respetuosos y otros no tanto), sobre ella y sobre su autor, en “El Talud”. El presente artículo nace como consecuencia de uno de esos comentarios aunque, vale la pena adelantarlo, no tiene por objeto volver sobre la nota del Sr. Gard, ni sobre el propio Sr. Gard.
En la referida ocasión, uno de los visitantes del foro de decano.com escribió, palabras más palabras menos: “contando los títulos como Gard capaz que tenemos más títulos que Peñarol hasta en la década del 90” La frase está escrita en tono de ironía y quiere resaltar lo disparatado del cómputo hecho por el periodista de Tenfield, indicando que con él se podría demostrar hasta lo más “inverosímil”: que Nacional tiene más títulos oficiales que Peñarol en una década que, “como todo el mundo sabe, fue favorable a los aurinegros”. No cabe duda de que el hincha tricolor que escribió el comentario cree y reconoce, con bolsilluda honestidad, en la superioridad carbonera a lo largo de los años 90, superioridad que el periodismo deportivo uruguayo se ha dedicado a destacar con “bombos y platillos” logrando convencer así, como en otras oportunidades, hasta a los propios hinchas albos. Dicho sea de paso, es una pena que esos mismos periodistas no hayan puesto igual énfasis en recordar las grandes irregularidades que rodearon a varias de las consagraciones aurinegras de esos años. Pero, volviendo al tema en cuestión, más allá de los eslóganes panfletarios y del ruido que los “bombos y platillos” puedan hacer, los que mandan, como siempre y para dolor de cabeza de los de siempre, son los números.
En los, según el periodismo deportivo, “aurinegrísimos” años 90, Nacional obtuvo: dos Campeonatos Uruguayos (1992, 1998), tres Torneos Apertura (1997, 1998, 1999), tres Torneos Clausura (1995, 1996, 1998) y cinco Liguillas (1990, 1992, 1993, 1996, 1999), lo que hace un total de 13 títulos oficiales. Peñarol por su parte obtuvo: seis Campeonatos Uruguayos (1993, 1994, 1995, 1996, 1997, 1999), dos Torneos Apertura (1995, 1996), dos Torneos Clausura (1994, 1999) y dos Liguillas (1994, 1997) alcanzando así los 12 títulos oficiales.
Sin embargo, para que el análisis contemple todas las posibilidades y no deje lugar a dudas, ni a suspicacias, es importante hacer una aclaración que los artículos periodísticos sobre el tema suelen no hacer: “los años 90” y la “década del 90” no son expresiones sinónimas. Los primeros son, por definición, aquellos cuya columna de las decenas tiene al número 9 y, por la tanto, van desde 1990 hasta 1999. La década del 90, en cambio, es la décima década del siglo y comienza el 1 de enero del 1991, finalizando el 31 de diciembre de 2000. Dado que el listado de títulos presentado anteriormente corresponde a los “años 90”, faltaría entonces, para completar el trabajo, hacer el balance correspondiente a la “década del 90”. Para ello hay que restarle a cada club los títulos obtenidos en 1990 y sumarle los ganados en el año 2000. De esta forma, al tricolor debe restársele una Liguilla (1990) y sumársele un Torneo Apertura y un Campeonato Uruguayo (2000). El aurinegro, por su parte, suma un Torneo Clausura (2000). En resumen, el balance de la década del 90 da 14 títulos para Nacional contra 13 de Peñarol.
Como verán los hinchas tricolores en general, el visitante de “El Talud”, que sin proponérselo originó la presente nota, en particular y los habituales especialistas desmemoriados, no hace falta recurrir a dudosos y estrambóticos métodos para demostrar que Nacional es el club que más títulos oficiales logró, tanto en la “muy aurinegra” última década del siglo pasado como también en los “muy aurinegros” años 90, muy por el contrario, basta con hacer el cómputo correcto.
De esta forma, a pesar de los bombos, los platillos, los panfletos y los esotéricos métodos de cálculo, en la década del 90 y en los años 90, así como en el siglo XXI y en el resto de la historia, PRIMERO NACIONAL.

Juanjo
decano.com
Buenos Aires, domingo 27 de mayo de 2007.