16 de febrero de 2009

La Hora de la Verdad

LA HORA DE LA VERDAD
(Nota publicada originalmente
en decano.com el 21/09/06)


A principios de la década del 90, cuando el tradicional rival se aprestaba a la celebración de sus autoproclamados 100 años de vida, el Club Nacional de Football decidió no dar lugar a la mentira. Fue así que creó la llamada Comisión del Decanato, integrada por los más reconocidos historiadores y juristas del país. El fruto del trabajo de esa comisión fue un documento titulado “El Decanato”, publicado en 1991 y cuya redacción correspondió al Dr. Enrique Tarigo. El documento puso fin a una polémica que en realidad nunca comenzó, por ausencia de la posición oficial de una de las partes.

No obstante, ello no fue suficiente para que la prensa deportiva local también dijera no a la mentira. Año tras año, por esta época, escuchamos, vemos y leemos cómo los periodistas se suman a un festejo cuya falsedad ha quedado demostrada con pruebas históricas y jurídicas. Quizá no sea ajeno a esa situación el hecho que, según lo publicado por el periodista Alfredo Etchandy en su libro 'El clásico - La fiesta mayor', el 62% de los periodistas deportivos sean partidarios del tradicional rival. Allí debe estar buena parte de la explicación de las características del discurso dominante en la prensa deportiva uruguaya.

Por más que algunos pretendan ignorarlo, el tema es clave para la historia del fútbol uruguayo, no sólo porque el hecho de ser el primero en cualquier actividad tiene una importancia intrínseca, sino además porque de la postura que se asuma en ese tema, depende la cantidad de títulos oficiales que se asignan al tradicional rival. Al parecer, el discurso dominante ha comenzado a presentar grietas que, si bien por ahora no hacen otra cosa que confirmar la regla, son importantes por varios motivos. La primera excepción la constituyó el mencionado libro del Dr. Alfredo Etchandy, en cuya página 78 se afirma que 'Como las conclusiones de cada uno pueden diferir, en estas páginas van a encontrar dos tipos de estadísticas, en un caso tomando al CURCC y Peñarol como un solo club y en otra iniciando los números desde el 13 de diciembre de 1913 para que cada lector tome la que más le guste'.
La importancia de la afirmación radica no sólo en que reconoce por escrito la existencia de dos posiciones sobre el tema del decanato, y por lo tanto elabora dos tipos de estadísticas, sino además porque proviene de un periodista que ha manifestado públicamente su partidarismo por el tradicional rival. Tampoco este aporte ha sido suficiente para modificar la estructura del discurso dominante en la prensa deportiva aunque, desde su publicación, muchos periodistas podrán decir lo que quieran y de hecho lo hacen, pero al menos ya no pueden alegar ignorancia. Más allá de que una golondrina no hace verano, también es cierto que cada verano empieza con una golondrina, que es la primera, y atrás de esa vienen muchas más.

La segunda golondrina parece haber llegado hace pocos días, cuando el Diario Clarín de Argentina, el de mayor tiraje mundial en habla hispana, publicó una nota que enfatiza en otro tema que el periodismo deportivo local ha ignorado en forma sistemática y contumaz, esto es, que la historia del fútbol mundial no empezó con el profesionalismo y menos aún en la década del 60. Dicha nota se refiere a las copas internacionales oficiales de los principales equipos del mundo y recoge las copas que el periodista Oscar Barnade califica de 'olvidadas', la mayoría de ellas disputadas en la primera mitad del siglo pasado. Fueron tan oficiales como las actuales pero, vaya uno a saber por qué motivos, la prensa decidió que no correspondía contabilizarlas entre los títulos obtenidos por Nacional. Más allá del error de asignarle a Nacional 20 copas internacionales, cuando en realidad cuenta con 21 (ya que, además de las 12 ‘olvidadas’, las llamadas 'modernas' no son 8 sino 9: 3 Libertadores, 3 Intercontinentales, 2 Interamericanas y 1 Recopa), la importancia del artículo radica en que proviene de un medio y de un periodista extranjeros, es decir, ajenos a las mezquindades de entrecasa y capaces, por ello, de reconocer que Nacional es el club con más títulos oficiales internacionales en el mundo. Como señala Barnade, “un dato para tener en cuenta y que no es menor: el 23 de setiembre del año pasado, la Conmebol rescató dos copas olvidadas: la Supercopa de Campeones Intercontinentales 68 (San Pablo) y la Recopa Sudamericana 70 (Mariscal Santa Cruz).” De acuerdo a lo publicado por diversos medios de prensa en el Uruguay, ese reconocimiento se extendió también a la Supercopa del año 69, ganada por el tradicional rival.

Hay que reconocer que históricamente el tradicional rival ha sabido moverse muy bien en los diversos ámbitos de poder dentro del fútbol. Gracias a esa capacidad, se le reconocen campeonatos que nunca ganó y hasta algunos en los que ni siquiera participó, por estar fuera de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Por motivos que no viene al caso analizar, Nacional ha dejado espacios vacíos a nivel local e internacional, facilitando así el trabajo de otros. Los 16 años que lleva publicado el documento sobre el decanato se han caracterizado por el silencio oficial de la contraparte, lo que se ha constituido en el mayor reconocimiento de la verdad que asiste a la postura tricolor. No ha sido así en lo que a los títulos oficiales refiere. A contrapelo de la realidad, vastos sectores de la opinión pública, llevados por el discurso dominante, desprevenidamente creen que el equipo más laureado del Uruguay no es Nacional, a pesar de que la historia empecinada demuestra lo contrario.

Cabe preguntarse qué ha hecho Nacional en las últimas décadas para poner las cosas en su sitio. Como sucedió en 1991 con el documento sobre el decanato, la nota publicada por el Diario Clarín puede constituirse en una herramienta trascendente para modificar el actual estado de cosas en lo que a títulos oficiales refiere. Así como el tradicional rival obtuvo el año pasado a nivel de la CSF la oficialización de una copa internacional ganada en 1969 y que en ese momento no tenía ese carácter, Nacional tiene delante de sí una tarea mucho más fácil y que pondría fin a esta discusión. Como señala el Diario Clarín ‘Los equipos de Argentina y Uruguay disputaron, al menos, cuatro tipos de copas internacionales bajo la organización conjunta de ambas asociaciones.’ (El subrayado no figura en el original).

En momentos en que otros equipos pretenden vestirse con ropa ajena, Nacional debería gestionar ante la AUF y la AFA, no ya la oficialización de torneo alguno, sino meramente una lista con las copas oficiales que el artículo califica de ‘olvidadas’, en qué años se disputaron y qué equipos las ganaron, información que, si bien es pública, parece estar fuera del conocimiento de muchos. Paralelamente, y dado que la situación a nivel local no es muy diferente, correspondería que el club hiciera valer su inigualable historia en lo que a títulos oficiales locales refiere, gestionando ante la AUF un documento donde consten todos y cada uno de los títulos oficiales locales obtenidos por todos los clubes uruguayos desde el año 1900, esto es, aquellos logrados en torneos organizados por la Asociación Uruguaya de Fútbol.

Ya en 1924 la AUF había documentado en forma oficial a qué equipo le correspondía legítimamente el título de ‘decano del fútbol uruguayo’, en nota que el club decidió oportunamente colocar en un monolito a la entrada de la sede. No obstante, fue necesario reforzar ese documento en el año 1991.

De la misma manera, en la primera mitad del siglo XX no existían dudas sobre cuál era el equipo uruguayo con más títulos oficiales locales e internacionales. Nacional lo era en esa época, lo fue durante todo el resto del siglo XX y lo sigue siendo. Para que muchos olvidadizos puedan recordarlo, parece haber llegado el momento que el máximo órgano del fútbol local se expida también a ese respecto, pero ello no sucederá si no es a impulso de Nacional. No se trata de reconocimiento alguno, como sucedió con la Supercopa del año 69, ya que nadie ignora que las llamadas copas ‘olvidadas’ eran oficiales. Se trata, simplemente, de una especie de recordatorio que diga, con el valor de provenir del organismo rector del fútbol local, quién es quién. Complementado con el documento relativo a los torneos rioplatenses, ya que los obtenidos a nivel de la CSF y la FIFA están fuera de todo cuestionamiento, el de la AUF pondría en su justo lugar un tema mayor, como es el de los títulos oficiales, que, junto a la antigüedad y la popularidad, es el que fundamenta la grandeza de los clubes de fútbol.

Nacional: es la hora de la verdad, más adelante será tarde...

Rodrigo
editor

(Nota publicada originalmente en decano.com el 21/09/06)